Impresiona la entrada en la sala de juicios del juez acusado, Dr. Ernst Jannig (Burt Lancaster) en la película Judgment of Nuremberg. Traspasa la puerta con una majestuosidad que sobrecoge a toda la audiencia, cesa el bullicio, el silencio tenso invade la sala. Todas las cabezas se giran en torno a él. Los alemanes presentes le miran con respeto incondicional. Los norteamericanos con odio contenido. El Dr. Jannig avanza unos pasos. La tensión sustituye hasta el oxígeno en esa escena. Se detiene de pié, altivo en su tribuna de acusado, con la mirada fija al frente. En ese momento transmite más autoridad que autoritarismo. Dudamos por un instante si estamos viendo a un Ministro de Justicia digno, riguroso, respetable, o a un criminal “de guante blanco” responsable del genocidio más atroz, más detalladamente planificado, concebido y ejecutado de la historia. Jannig, como sabremos por la narración posterior de la película, antes del nazismo fue un legislador reverenciado por sus justas actuaciones judiciales y por la solidez de sus publicaciones traducidas a múltiples lenguas de países democráticos . Y después… se sumó al nuevo régimen instaurado en Alemania. Y fue Ministro de Justicia de Hitler. Y firmó la primera sentencia de muerte. Y otra. Y otra. Y otras muchas más…..
Esa dualidad en su comportamientos gestual inicial, justo al entrar en escena, se convierte, al avanzar la película en el epicentro del guión, pros y contras de creencias y conductas, de personas y de países. Dos pasos y una mirada lo dicen todo.
Como contrapunto a las imágenes anteriores vemos la entrada del juez estadounidense magistrado jefe Dan Haywood (Spencer Tracy), Presidente del Tribunal Internacional que presidió el “juicio a jueces” de Nuremberg. Le observamos intranquilo, inseguro en sus primeros pasos, de mirada incierta, incapaz de levantar los ojos de la mesa en los primeros minutos del juicio. En esos momentos, a juzgar por la expresión y actitud de los protagonistas asalta una duda: ¿Quién es el juez que representa a la Autoridad con mayúsculas?. ¿Cuál de ellos juzga a quién?. ¿Quién acusa y quién es acusado?. ¿Quién el vencedor y quién el vencido?..… Los “papeles” aparecen casi intercambiados en ese momento del proceso, justo al inicio. Poco a poco la personalidad serena del Presidente del Tribunal, su experiencia profesional, su humanidad y su talante demócrata hasta la médula, se impondrán a la razón y a la sinrazón del juez Jannig. Lo denotamos inmediatamente, antes incluso de dirigirse a los acusados. Su gesticulación cambia y ese ser apocado se inviste de pronto de autoridad… y empieza el juicio. En este momento, antes incluso de conocer las voces de los protagonistas, el director Kramer, a través de actitudes y expresiones, nos ha mostrado detalladamente los ejes por los que transcurrirá toda la narración: Las realidades inciertas y la dualidad de la razón. La herramienta para conseguirlo: La comunicación no verbal. Esa es su singularidad y su fuerza.